La naturaleza es sabia,” es una frase que había escuchado muchas veces, pero que nunca había comprendido su verdadero alcance. Este año lo entendí en toda su p
La naturaleza es sabia,” es una frase que había escuchado muchas veces, pero que nunca había comprendido su verdadero alcance. Este año lo entendí en toda su plenitud. Desde el pasado diciembre no caía una sola gota de lluvia sobre Valledupar, ciudad que completaba más de cien días de un fuerte verano con temperaturas extremas que cortan el aliento.
Sin embargo, el viernes 22 de marzo, sucedió lo impensable: un fuerte aguacero cayó, como una bendición sobre tierra vallenata, por más de dos horas. Recordé, entonces, la canción profética de Leandro Díaz –‘La primavera’- que inicia: “El 22 de marzo/ llega la primavera/ entra alegría a la tierra/ yo adoraré su encanto…” Con esa precisión milimétrica de la naturaleza, se prepara también la tierra de acordeones para recibir este, como todos los años, a propios y extraños en la parranda más grande del planeta: El Festival de la Leyenda Vallenata.
Ya están los cañaguates florecidos, con un amarillo intenso que regocija el alma y espanta guayabos tanto los del corazón como los causados por el licor. Ya están las piloneras ensayando noche tras noche en las calles, al compás de los notas de “a quién se le canta aquí / a quién se le dan las gracias / a los que vienen de afuera / o a los dueños de la casa…”.
Las costureras trabajan a doble jornada y con especial dedicación para dejar listos los vestidos que adornarán a nuestras hermosas mujeres al danzar en el desfile inaugural de las Piloneras. Los gallos de pelea afilan sus espuelas para trenzarse en duelos mortales en las numerosas contiendas en los coliseos gallísticos de la ciudad.
Por su parte, los conjuntos de la sacrosanta trilogía vallenata, practican sin cesar, afinando notas y corrigiendo errores para hacer sus presentaciones lo más cercanas posibles a la perfección. A la fecha de este escrito, se habían inscrito 42 participantes en la categoría de acordeonero profesional, 42 en aficionados, 68 en juvenil, 53 en infantil. Concursarán 113 canciones inéditas en los cuatro ritmos: 70 paseos, 21 merengues, 16 sones y 6 puyas. También 106 grupos de piloneras desfilarán este año por las principales calles de la ciudad, integrados por más de 1.200 personas.
En el concurso de rey profesional ya hay, como en las riñas de gallos, peleas casadas. Una que acapara la atención local es la de Jorge Lucas Dangond, –ex fórmula del novel cantante Elkin Uribe– con Javier Matta –su nuevo compañero–, que tienen su ‘rasquiñita’ desde hace tiempo que seguramente dirimirán a punta de notas, compases y creatividad musical. Pero también ha sorprendido la cantidad de acordeoneros venidos desde todos los rincones de Colombia, incluyendo a todos los departamentos costeños, Santander, Antioquia, y hasta de la vecina Venezuela. Y hablando de invitados internacionales, no puede pasarse por alto la impresionante nómina de artistas de talla mundial que este año nos acompañan: Carlos Vives, Juan Gabriel, Pitbull y Ricardo Arjona, quienes alternarán junto a figuras consagradas de nuestro inigualable folclor.
En síntesis, el pueblo vallenato se ha preparado para recibir a los miles de visitantes que este año vendrán a la ciudad para disfrutar de la tradicional hospitalidad de su gente y para homenajear a uno de sus más humildes e ilustres hijos: Gustavo Gutiérrez Cabello, el padre del lirismo en la música vallenata, el que canta en Valledupar cuando muere el sol y que nos convoca este año para que la primavera reverdezca otra vez en nuestros corazones.
Por Andrés Molina Araujo
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