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Una posible alza de impuestos para pagar las deudas de la administración, mejorar la seguridad de Valledupar y combatir la corrupción, fueron los primeros anuncios del nuevo alcalde de Valledupar, Fredys Socarrás, durante su discurso de posesión en la plazoleta de la Gobernación del Cesar en un nutrido acto que se realizó conjuntamente con el nuevo gobernador, Luís Alberto Monsalvo. "Queremos gobernar con todos", enfatizó Socarrás.
Discurso del alcalde de Valledupar, Fredys Siocarrás
Valledupar enfrenta una doble –y profundísima- crisis de identidad. Física, de una parte, y de valores, por la otra. Como si se tratara de un adolescente que creció en muy breve tiempo deforma desmesurada, sin reflexión ni madurez, sin autocrítica para entender sus errores y fortalezas, parece preguntarse quién es y para dónde va. Las calles le han quedado demasiado pequeñas, como el vestido que se rompe cuando el cuerpo se hace mayor. Pero no sólo las vías. Igual ocurre con los servicios públicos, con la seguridad, con la movilidad, y con muchos otros frentes que ahora no es menester enunciar. Para colmo, hace rato que perdió su norte de ciudad pujante y organizada. A medio camino entre el pueblo y la ciudad, los principios ciudadanos se han despeñado al abismo. Imperan la ilegalidad y la cultura del atajo, el “todo vale” y la justificación de las cosas mal hechas.
Se repite desde siempre que la nuestra es una ciudad alegre y laboriosa. Somos campo y tradición. Nos identifican las palabras aborigen y labranza. El mestizo es el color de nuestra esencia, lo que significa que estamos hechos de esto y de muchas otras cosas. Pero, ¿es eso todo lo que debemos ser? De hecho, ¿Qué ciudad queremos construir? ¿Cómo es la Valledupar de nuestros sueños, la que entregaremos a nuestros hijos? Estas preguntas me las he repetido millones de veces a lo largo de los últimos años, pero mucho más desde el 30 de octubre, cuando la generosidad de los vallenatos me llevó a lo que hoy nos convoca. Mi ciudad –nuestra ciudad- se ha convertido en mi único gran pensamiento, noche y día.
¿Qué voy a hacer por ella? El reto es más grande que la Sierraque nos acompaña y protege con su fuerza ancestral. Pero no voy a defraudarlos. El terreno ha cambiado y tenemos sed de progreso. Hay que rescatar la ética del trabajo, de la alegría y satisfacción de hacer las cosas bien y bonitas. Lo que nos empuja es lo que nos embruja: el gran amor que sentimos por Valledupar, pero también la convicción de la necesidad de su transformación.
Es el tiempo de que nuestra ciudadpase de niña a mujer. Superemos la adolescencia. En cuatro años aspiro a entregar una ciudad diseñada para dar sus frutos dentro de treinta. El pueblo que vanamente intenta rescatar nuestras nostalgias debe dar paso a la ciudad del futuro, aquella en la que marchen en yunta el derecho a vivir dignamente, la libertad de oportunidades y los nuevos vientos de la tecnología, el TLCy la globalización. En tal sentido, seré un alcalde proactivo que haré uso eficiente de los dineros públicos y de todas las oportunidades nacionales e internacionales.
La diferencia entre un buen gobernante de uno clientelista es que este último busca soluciones a problemas individuales, mientras a aquel le preocupan las soluciones colectivas que hagan realidad los derechos ciudadanos. El clientelista solo se mueve para mantener su clientela particular, mientras el otro conduce a la libertad ciudadana, a una sociedad de hombres y mujeres con igualdad de derechos y oportunidades. Que nadie lo dude: yo hago parte de estos últimos.
El cambio de las costumbres políticas y ciudadanas corresponde a todos, no solo a los mandatarios. La elaboración del Plan de Desarrollo tiene que contar con la participación de todos los vallenatos. Desde ya, invito a la empresa privada a derrotar la apatía y volverse cómplices de este compromiso con las nuevas generaciones. Construyamos alianzas público-privadas y ciudadanas. Valledupar no está sola. Con la ayuda del Gobierno Nacional, de nuestro Gobernador–quien, precisamente, recibió un muy generoso respaldo de los vallenatos-, de las embajadas y los organismos internacionales, de los concejales, de los gremiosy de la ciudadanía en general, lograremos poner al día nuestra ciudad con sus deudas administrativas. Es, en el fondo, lo que pretenden mis palabras: convocar a todos los vallenatos en su ayuda y apoyo para diseñar y sentar una nueva negociación social basada en principios de igualdad, respeto y sujeción a la ley.
La seguridad, su lucha contra la corrupción, el pago de las deudas,
Discurso del alcalde de Valledupar, Fredys Socarrás
No solo queremos gobernar para todos sino con todos, porque Valledupar nos pertenece por igual.Esta es una alcaldía de diálogo abierto y transparente con todos. Los vallenatos tenemos que afianzar nuestra capacidad de indignación contra todo aquello que sea excluyente, irrespete la legalidad y vulnere nuestros derechos. Durante mi administración habrá iguales derechos para las mujeres y las minorías,sean éstas étnicas, sexuales, religiosas o de cualquier tipo. La Ley de Víctimas se cumplirá con entusiasmo y rigurosidad para favorecer la reconciliación y reconstruir la confianza entre nosotros, deponiendo odios personales y miedos mezquinos.Durante 2011 hubo 122 homicidios que corresponde al 35 por cada 100 mil habitantes. Es urgente reducir esta tasa con el apoyo de las autoridades policiales, generación de empleo, programas sociales y de cultura ciudadana. Sueño con una Valledupar amable, humana, incluyente y sostenible; una ciudad que sea para su gente y no solo para los vehículos y las motos. Hablo del espacio público, de la movilidad en nuestras calles, de los parques y zonas verdes.
Urge también un cambio en nuestras costumbres políticas. Hago un pequeño paréntesis para llamar la atención sobre lo que no deberíamos llamar la atención: la corrupción no puede instalarse ni como una frase de campañani como un proyecto administrativo. Hay que recuperar la confianza tanto en el Estado como en los servidores públicos. Para ello es necesario que al frente de cada oficina haya funcionarios probos que garanticen que podemos dedicar toda nuestra energía a otros temas importantes. Y aquí también pido la colaboración ciudadana, que los vallenatos nos apropiemos del concepto de lo público como pertenencia de todos y no de nadie, o de uno, dos o tres funcionarios.
Al respecto, hay algo que debo decir para no llamar a engaños: la corrupción es de doble vía. Por cada funcionario que traiciona al Estado hay un ciudadano, una empresa, que compra su conciencia. Esto es importante, porque sin duda será uno de nuestros mayores dolores de cabeza: sanear tradiciones ancladas en la ilegalidad. Daremos esa pelea desde la administración, pero corresponde al pleno de la sociedad ponerse de pie para castigar a sus miembros –¡sean quienes sean!- que intenten amangualarse con el crimen. Solo los corruptos deben temer a mi gobierno, porque en él no habrá cabida para ellos.
Pero no he venido hoy aquí solo a dar buenas noticias. Recibo las ollas vacías. Esto, que se repite a voz baja a lo largo de toda la ciudad, es un hecho cierto y contundente. Pero si otros gastaron más de lo debido, yo pongo la cara. No será fácil. Entre todos los vallenatos tendremos que asumir la deuda de los excesos del pasado, lo que significa que es probable un alza en los impuestos. Vendrán días duros, de austeridad y trabajo, pero les garantizo un manejo pulcro de las finanzas del Estado y les prometo que devolveré los dineros a toda la comunidad a través de obras sociales y de infraestructura que nos permitan ser más competitivos y vivir mejor. Ustedes serán mis veedores y mis jueces más severos.
Corresponde al alcalde no solo la ejecución del presupuesto sino, mucho más importante, marcar el camino. Pues bien, algunas de las palabras que se volverán comunes durante mi gobierno son educación, derechos y oportunidades. Buscaremos el acompañamiento necesario para erradicar el analfabetismo (que hoy día está en el 15% de la población, uno de los más altos del país) y para generar educación pertinente, esto es, aquella que sirva a nuestras fortalezas como región. Esto, junto con la protección del medio ambiente, la adaptación y mitigación del cambio climático y la cultura ciudadana, harán parte de nuestra urgencia.
Para Valledupar, es tiempo de primavera. Sé que es ardua la tarea que nos aguarda. Agradezco la confianza que han depositado en mí, y los invito a acompañarme a lograr la transformación que nos hemos propuesto. Ustedes disculparán la brevedad de mis palabras, pero hay mucho trabajo por hacer.
LILIANA VANEGAS ROMERO
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