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Con la salida de Luís Urzúa, terminó la odisea en Chile

SANTIAGO, CHILE (14/OCT/2010).- Con la salida de Luis Urzúa, el último minero en dejar el taller de la mina San José al ascender 622 metros hasta la s

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SANTIAGO, CHILE (14/OCT/2010).- Con la salida de Luis Urzúa, el último minero en dejar el taller de la mina San José al ascender 622 metros hasta la superficie, terminó la odisea de 69 días en la que 33 mineros permanecieron atrapados a cientos de metros bajo tierra.

En menos de 22 horas, se completó el izado del total de hombres que un día bajaron en busca de oro y cobre, sin contar que el 5 de agosto un derrumbe los mantendría ahí, en la parte extrema de los corredores del yacimiento.

Desde el primero de los obreros, Florencio Ávalos, hasta el último, Luis Urzúa, el presidente Sebastián Piñera hacía guardia en la boca del ducto que comunicaba el Campamento Esperanza con el taller, a donde llegó la perforadora del llamado “Plan B” de rescate.

Apenas salió de la cápsula “Fénix”, estalló el festejo por el fin del drama, que unió a la República de Chile. El topógrafo de 54 años conseguía de esta manera su deseo de ser el último en abandonar el refugio.

“Cuando llegó la primera sonda (al refugio) todos querían abrazar el martillo”, fueron las palabras con las que el líder natural, en medio de la tragedia, describió el encuentro de la máquina que buscaba a los obreros.

Fue así como la proeza concluyó con éxito y pleno reconocimiento del mundo.

El impecable operativo para localizar y rescatar a los mineros fue objeto de elogios por parte de la comunidad internacional, que atestiguó cómo Chile fue capaz de devolver a tierra firme a los 33 trabajadores, en un rescate de menos de 22 horas que consistió en bajar y subir una cápsula por un ducto de 66 centímetros de diámetro y 622 metros de largo, un total de 38 veces.

Una señal de televisión en directo permitió a los chilenos y a mil millones de televidentes en el mundo presenciar la eficacia del operativo milimétrico de principio a fin, y que desató una celebración espontánea de un país que tiene razones para sentirse orgulloso.

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