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Presidente de Ecuador ‘encerrado’ en Hospital por protesta de la Policia

Policía y militares ecuatorianos se rebelaron este jueves contra los recortes de beneficios decididos por el gobierno de Rafael Correa, que fue víctima

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Policía y militares ecuatorianos se rebelaron este jueves contra los recortes de beneficios decididos por el gobierno de Rafael Correa, que fue víctima de los gases lacrimógenos al acudir a enfrentar a los uniformados en un cuartel de Quito.

La rebelión generó alarma y llevó a la Organización de Estados Americanos a convocar una reunión de urgencia, aunque el jefe de las Fuerzas Armadas salió a expresar su apoyo a Correa y al gobierno.

Decenas de policías tomaron varios regimientos en las tres principales ciudades del país -Quito, Guayaquil y Cuenca-, un día después de que la mayoría oficialista aprobara una ley que regulará el servicio público y les quita beneficios.

Simultáneamente, unos 150 miembros de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) tomaron la pista del aeropuerto internacional de Quito, a raíz de lo cual fueron suspendidas las operaciones aéreas.

En el principal destacamento de Quito los policías lanzaban arengas exigiendo derogar la norma que eliminó disposiciones que reconocían el pago de bonificaciones, comisiones o estímulos económicos por el cumplimiento de años de servicio.

«La tropa unida jamás será vencida», gritaban al unísono los agentes, algunos de los cuales llamaron a los militares a unirse a la manifestación y quemaron neumáticos.

Correa, apoyado en una muleta puesto que se recupera de una operación en la rodilla, acudió al regimiento en Quito y pronunció un encendido discurso desde una ventana, en el que advirtió que no cederá a las protestas, ofreciendo su pecho a los uniformados para que le maten.

«No daré ni un paso atrás, si quieren tomarse los cuarteles, si quieren dejar a la ciudadanía indefensa y si quieren traicionar su misión de policías, traiciónenlos», exclamó.

«Señores si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos», añadió Correa tras aflojarse la corbata y desabotonarse el cuello de la camisa.

El mandatario salió del cuartel en medio de una refriega entre los manifestantes y su personal de seguridad, en la cual explotaron bombas lacrimógenas, por lo que fue aprovisionado de una máscara antigases.

Correa salió del regimiento en camilla, afectado por los gases, y fue trasladado hasta el vecino hospital de la Policía.

El gobernante descansaba en el sanatorio mientras en las afueras decenas de policías continúan protestando.

El canciller ecuatoriano tildó las protestas de «sublevación»: «Esto es una movilización, un acto de sublevación absolutamente inaceptable (…) es importante decir que el pueblo no está de acuerdo con esto, el pueblo está con su gobierno».

«Hay sectores golpistas que anteriormente han dado golpes de Estado y que entendemos que han estado preparando las condiciones para esto», dijo, sin ofrecer más detalles.

El jefe de las Fuerzas Armadas, general Ernesto González, expresó su apoyo al gobernante.

«Nosotros estamos en un estado de derecho, estamos subordinados a la máxima autoridad que es el señor presidente de la República», dijo el máximo comandante militar en rueda de prensa en Cuenca (sur).

«Vamos a tomar las medidas que correspondan, las que determine el gobierno nacional» para restablecer el orden, añadió.

En Washington, la OEA convocó una reunión extraordinaria para este jueves a las 18H30 GMT.

La ley de servicio público que originó el conflicto también provocó una crisis entre Correa y su bloque legislativo, que el miércoles rechazó algunos artículos de la iniciativa, que prevén reducir la nómina estatal.

Debido a ello, el mandatario considera la posibilidad de disolver el Congreso y llamar a elecciones generales anticipadas, señaló la noche del miércoles la ministra de la Política, Doris Solis.

Tras una reunión con Correa, la funcionaria indicó que éste analiza ir a la «muerte cruzada», un mecanismo constitucional que lo faculta para disolver la Asamblea y convocar a elecciones generales en caso de que los congresistas obstruyan la ejecución del plan de desarrollo, grave crisis política o conmoción interna.

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