HomePolitica

El papa Francisco llamó a difundir mensaje de evangelización en su visita a Brasil

El papa Francisco llamó a jóvenes y peregrinos a difundir el mensaje de evangelización que caracteriza a la Jornada Mundial de la Juventud después de recorrer la

Ganadero vallenato, José ‘El Ñeñe’ Hernández, fue asesinado en Brasil durante un atraco
Superintendencia de Transporte destaca los protocolos de bioseguridad de la Terminal de Valledupar en contención del Covid 19
Gobernación del Cesar abre convocatoria para escoger director del Cromi

El papa Francisco llamó a jóvenes y peregrinos a difundir el mensaje de evangelización que caracteriza a la Jornada Mundial de la Juventud después de recorrer las calles de esta ciudad, que fueron invadidas por miles de personas mientras los escoltas papales intentaban mantener a distancia a una multitud emocionada que trataba de abalanzarse sobre el papamóvil, mientras otros corrían tras el vehículo y luego decían «lo vi».

«He venido para encontrarme… para encontrarme para encontrarme con jóvenes venidos de todas partes del mundo, atraídos por los brazos del Cristo Redentor», dijo Francisco. «Quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar  su llamada clara y potente: `Vayan y hagan discípulos a todas las Naciones»‘.

«Vayan y hagan discípulos; vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible y creen un mundo de hermanos y hermanas», agregó. «Pero también los jóvenes tienen confianza en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen, porque saben que no serán defraudados».

Hablando en portugués, el pontífice pidió permiso para entrar a Brasil y estar la próxima semana en el país.

Es la primera vez que Francisco, de origen argentino, vuelve al continente que lo vio nacer, desde su elección como papa en marzo.

Cuando viajaba de Roma, el papa expresó su preocupación por las generaciones de jóvenes que crecen sin trabajo en una economía mundial en recesión.

Un llamado que debió debía haber resonado en la multitud gigantesca de jóvenes que esperan la celebración de una misa papal en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, y en otras ceremonias que Francisco va a presidir en su visita de siete días en Brasil, la nación con más católicos del mundo.

Durante su estancia, el papa de 76 años, se reunirá con muchedumbres de jóvenes católicos que vienen a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Se espera que más de un millón de personas asistan y abarroten las arenas blancas de Copacabana cuando celebre una misa en el lugar.

El papa comenzó la jornada recibido por una multitud frenética que se abalanzó sobre el automóvil que lo llevaba al lugar donde lo esperaba un papamóvil sin blindaje, que minutos más tarde lo llevo por un recorrido más organizado por el centro de la ciudad.

Los fieles se acercaron al vehículo mientras escoltas de seguridad del Vaticano empujaban a quienes se abalanzaban al vehículo. Entre tanto, había gente que corría en las aceras tratando de ver al papa al interior del carro.

En una parte del trayecto, el vehículo se detuvo y el papa llamó a una mujer con un niño en brazos. Luego el papa sostuvo al menor por un momento.

Siguió su camino pero, por momentos, el automóvil navegó en la mitad del tráfico de la ciudad, con tres carriles exclusivos reservados para la movilización papal, pero rodeados por dos hileras de fieles a ambos lados del Fiat que continuaban abalanzándose hacía el vehículo mientras eran retirados por la escolta papal.

Luego, Francisco fue transferido al papamóvil que lo llevó por el centro de la ciudad en medio de las ovaciones de millares de peregrinos que se concentraron a ambos lados de la calle principal.

El carro circuló rodeado por escoltas de la seguridad del pontífice que iban a pie y por policías motorizados locales mientras el papa saludaba a los fieles que lo esperaban para participar en la Jornada Mundial de la Juventud.

El papa arribó en un vuelo un vuelo de Alitalia que llevaba las banderas de Brasil y de la ciudad estado del Vaticano, y fue recibido por la presidenta Dilma Rousseff.

Francisco era esperando por miles de jóvenes católicos, que le aguardan con los brazos abiertos resemblando la simbólica imagen carioca del Cristo Redentor, para una jornada de evangelización en la que predominarán la lucha contra la pobreza y el ejercicio de la humildad.

Al recorrer algunas calles del centro, la gente gritaba emocionada al paso del Francisco. Lloraban, temblaban y gritaban.

«Este no es sólo un evento para gente joven», dijo a The Associated Press Severina Alves, de 70 años. «Yo soy joven de espíritu. Además hay ver a `Chico»‘, el diminutivo que utilizan en Brasil para los que tienen el nombre de Francisco.

En una de las céntricas calles, Idaclea Rangel, de 73 años, se recostó en la pared temblando y llorando gritó: «lo vi. Yo no puedo viajar a Roma, pero el vino a mejorar este país, que es un país de corruptos, y a mejorar nuestra fe».

Cuando descendió del avión a su nativa América Latina al aterrizar en Brasil, un sonriente papa inició un viaje de siete días destinado a avivar el fervor de los fieles de todo el mundo.

Rousseff, le estrechó la mano con fuerza al tocar tierra brasileña. Después, el pontífice recibió dos ramos de flores blancas y amarillas que le trajeron dos adolescentes, que le dieron un beso en la mejilla.

Al llegar al final de la alfombra roja, en la que se encontraban líderes de la iglesia y otros dignatarios, el papa y Rouseff hicieron una pausa mientras un coro entusiasta, integrado por cerca de tres docenas de jóvenes católicos, le ofrecieron una serenata en la que cantaron un himno relacionado con el Día Mundial de la Juventud.

Éste es un evento que reúne a cientos de miles de jóvenes fieles de todo el mundo. Antes de cantar, los niños gritaron consignas  en su honor, parecidas a las que se cantan en los estadios de fútbol.

El pontífice no hizo comentarios públicos en el aeropuerto, tras salir de la aeronave a las 4 pm hora local (15:00 GMT).

Alicia Velázquez, una profesora de arte de Buenos Aires, de 55 años, esperaba poder ver al papa al que conoció cuando era arzobispo de Buenos Aires.

«Nos pareció increíble cuando lo nombraron», dijo. «No lo podíamos creer. Llorábamos y nos abrazábamos. Ya estaba pensando en venir al Río para esto pero a partir del momento en que fue nombrado, fue con un gran entusiasmo».

«Yo personalmente quiero verlo para ver sí sigue siendo el hombre tan sencillo y humilde que todos conocíamos, que nos cruzábamos diariamente el combi (autobús), en la calle», agregó. «Yo tengo fe que sigue siendo el mismo y que va a lograr hacer la iglesia que necesitamos, una iglesia humana, sencilla y humilde.»

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: 0