En una inocua ceremonia este lunes de carnaval, el papa Benedicto XVI comunicó a los cardenales presentes -y a través de ellos a los fieles del mundo enter
En una inocua ceremonia este lunes de carnaval, el papa Benedicto XVI comunicó a los cardenales presentes -y a través de ellos a los fieles del mundo entero- una noticia bomba: dejará el cargo de Sumo Pontífice de la Iglesia Católica el 28 de Febrero a las 8 de la noche; abriendo paso a los trámites que conducen a la elección de su sucesor.
Cuidando esa decisión hasta de su sombra, el papa Joseph Ratzinger sorprendió a todos con una noticia que, más temprano que tarde, beneficiará a la Iglesia en estos tiempos difíciles. Al hacerlo así, cortó en seco rumores malsanos, y súplicas para que aguantase hasta su muerte, al tiempo que daba un admirable ejemplo a contemporáneos (más de un jefe de Estado refractario), y a quienes como él lleguen a edad provecta en el cargo. Gracias, muchas gracias.
Ahora toca a los cardenales escoger sucesor. Sólo queda esperar que el elegido no sea alguien tan joven que muchos años en el ejercicio transformaren en un Padre Eterno, como a Juan Pablo II. Tampoco que, por sospechar que una edad avanzada sea paralizante, dejen de lado a quien podría resultar un hit. Para apartar ese temor allí está Angelo Roncalli, Juan XXIII, a sus 78 años lanzando la mayor apuesta de su tiempo: el Concilio Vaticano II. Ojalá escojan a un hombre fuerte, dispuesto y con buen ánimo.
La herencia que deja Benedicto XVI se desplegará con el tiempo, aunque quizá este acto –el primero en casi 6 siglos- termine siendo su mayor legado.
Renunciar cuando todavía puedas -y sientas que debas- hacerlo ya no será algo impensable sino obvio. En cualquier caso, le tocó sustituir a una verdadera celebrity en el oficio, y no lo hizo mal. En sus casi 8 años de pontificado disipó los temores con los que fue recibido y deja una Iglesia en el trance de emprender nuevos caminos para encarar inmensos desafíos.
A todos nos viene un Marzo pleno de expectación para constatar si los cardenales electores dieron en el clavo, o si perdieron otra oportunidad para poner a la Iglesia en el frente de batalla donde debe estar.
Fuente: El Universal
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