Todos esperan esa fotografía: la del momento en que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro se encuentren en la VII Cumbre de las Américas que se inaug
Todos esperan esa fotografía: la del momento en que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro se encuentren en la VII Cumbre de las Américas que se inaugura este viernes en Panamá, cara a cara y por primera vez, desde que ambos anunciaron el restablecimiento de relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba, el pasado 17 de diciembre.
La Habana también aguarda que Washington informe durante esta cita si su Gobierno recomendará o no excluir a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, para seguir adelante con el deshielo. Y se da por descontado que la respuesta será positiva.
Este jueves, en vísperas de su aterrizaje en Panamá, el presidente Barack Obama ha dicho que tiene en sus manos el informe con las recomendaciones del secretario de Estado John Kerry acerca de cómo actuar en este caso, pero dejó en suspenso los detalles de su contenido.
“No voy a hacer un anuncio formal hoy sobre cuáles son esas recomendaciones”, dijo Obama desde Jamaica, donde hizo una breve escala para suscribir acuerdos energéticos con las 14 naciones que conforman la Comunidad del Caribe, antes de viajar a Panamá.
La principal condición para que Cuba sea excluida de la lista es demostrar que durante los últimos seis meses el país no ha estado involucrado “en el apoyo, asistencia o complicidad de actos terroristas internacionales”.
Una de las razones por las cuales la isla sigue allí es su supuesta colaboración con miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con quienes el gobierno de Colombia mantiene conversaciones de paz en La Habana. También por su filiación con integrantes de la organización terrorista vasca ETA y por dar refugio a algunos fugitivos de la justicia estadounidense.
Desde que Obama y Castro dieron en simultáneo la noticia del restablecimiento de vínculos diplomáticos, las delegaciones de ambos gobiernos se han reunido en tres oportunidades para definir la hoja de ruta de la normalización de relaciones, tras más de medio siglo de mutuas hostilidades.
Para el día de la inauguración de la VII Cumbre de las Américas, Cuba y Estados Unidos aspiraban contar con sus respectivas embajadas en Washington y La Habana, las cuales han permanecido cerradas desde que entraron en vigor las primeras normas del embargo, en enero de 1961.
Pero antes, La Habana pidió a Washington -casi como una exigencia- que retire a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, que Estados Unidos elabora anualmente desde 1982 y donde también figuran Siria, Irán y Sudán. De otro modo, ha insistido la cancillería cubana, “no se comprendería” el proceso de normalización de relaciones.
Esta es la primera vez que Cuba participa de una Cumbre de las Américas, desde que éstas comenzaron a celebrarse en 1994. En la última de estas reuniones, que se llevó a cabo en 2012 en Cartagena de Indias, la mayoría de los presidentes del continente exigieron que Raúl Castro fuese convidado a participar en el siguiente encuentro. Justo dos semanas antes de que Cuba y EEUU iniciara el proceso de reconciliación, el presidente panameño Juan Carlos Varela envió la invitación formal a La Habana.
Fue precisamente en Panamá donde los líderes de Estados Unidos y Cuba se sentaron juntos a la mesa por última vez. Justo tres años antes del triunfo de la revolución, en 1956, el presidente Dwight Eisenhower y el dictador Fulgencio Batista coincidieron en la Reunión de Panamá, a la que asistieron 19 países del hemisferio. En aquella oportunidad, Batista se refirió en su discurso a la “amenaza” que representaba el comunismo para la región.
Castro y Obama ya se vieron las caras una vez, en diciembre de 2013, durante los funerales del líder sudafricano Nelson Mandela. La escena duró siete segundos: Obama subió al trote las escaleras que conducían a la tribuna de los mandatarios invitados al homenaje Mandela; se dirigió directamente al presidente de Cuba, Raúl Castro; le estrechó la mano y ambos intercambiaron algunas palabras, inaudibles para el público, que la intérprete de Castro tradujo inmediatamente.
Un año y doce días después de ese apretón de manos, ambos presidentes informaron en alocuciones televisadas simultáneas que para ellos la “guerra fría” había terminado.
Fuente: univision.com
FOTO: archivo
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